
Del Camposanto que cuento salen sonidos oníricos, sórdidos, lánguidos y frenéticos. Las melodías de sus quejidos se alivian al horno lo sentido y nostálgicos los ritmos al vapor devuelven truenos, cuales abstractos sonetos que del calvario han salido. Se dan robados, se quitan mímicos, amargados, sínicos, cuerdos y hasta en remolino. Y en amalgamas los sueños bajan y suben venéreos de paladares alquímicos, faltas de orgasmos y amnésicos, llenos de sangre, pero insípidos. Y en carne viva los versos caen en cascadas muriendo, atravesando el silencio, botando alcohol de madero. Vueltos cenizas de besos, soplados por amargar los nervios ...
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